Arbol preciado
que me cobijaste
durante muchas horas
a la espera de tan
imaginaria mujer,
de tan falsa mujer.
El Tiempo pasaba y
me mojaba, me secaba
y me volvía a mojar.
El viento se sentía
en mi cuerpo como
cristalinas hojas chocando,
me despeinaban, me peinaba
y me despeinaba.
Mis ojos sentían
la presión la desolación,
la desesperanza.
Una ráfaga tan fuerte
me hizo llorar,
me hizo alegrar y
me hizo llorar.
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